«En mi lápida pondrá: era gay y bailó», bromea Miquel Iceta mientras ordena algunos libros en su pequeño despacho en la sede del PSC, donde se amontonan libros y se apilan papeles. Una montaña está coronada por una lata de Coca-Cola Zero. Es adicto a este refresco, casi tanto como a la política en cuyas bambalinas está desde hace cuarenta años.
Fue hombre de confianza de Narcís Serra en La Moncloa, donde vivió la caída de Felipe González. Eran las noches en las que, junto con José Enrique Serrano, iba al quiosco de la Puerta del Sol para comprar los primeros diarios. Los años de los GAL, Roldán y las escuchas ilegales. Luego vendría la candidatura de Josep Borrell: Iceta fue una pieza clave en aquella victoria y vivió en primera línea la caída del líder que prometía un giro a la izquierda del PSOE.